viernes, 23 de agosto de 2013

A MEDIANOCHE







A medianoche, a punto de terminar agosto, pienso con tristeza en las hojas que caen de los calendarios
incesantemente. Me siento el árbol de los calendarios.

Cada día, hijo mio, que se va para siempre, me deja preguntándome: si es huérfano el que pierde un padre, si es viudo el que ha perdido la esposa, ¿como se llama el que pierde un hijo?, ¿como, el que pierde el tiempo? Y si yo mismo soy el tiempo, ¿como he de llamarme, si me pierdo a mi mismo?

El día y la noche, no el lunes ni el marte, ni agosto ni septiembre; el día y la noche son la única medida de nuestra duración. Existir es durar, abrir los de ojos y cerrarlos.

A estas horas, todas las noches, para siempre, yo soy el que ha perdido el día. (Aunque sienta que, igual que sube la fruta por las ramas del durazno, esta subiendo, en el corazón de estas horas, el amanecer.)





Jaime Sabines

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